“Yo os saludo, soy María Magdalena. Muchos me conocéis como la esposa de Jesús, aunque también hay personas que niegan este hecho. Pero eso no importa ahora, ya que voy a hablaros sobre energías del presente y del futuro.
Ha llegado el momento de que regrese, porque estáis viviendo grandes cambios en todas las facetas de vuestra vida, ¡sin excepción! Es la hora de que os liberéis de viejas estructuras, valores y puntos de vista. Es mi tarea acompañaros y apoyaros en ello.
Los temas que aprendisteis en tiempos pasados y que habéis experimentado en un gran número de encarnaciones en los últimos 20 000 años, serán cada vez menos importantes. Habéis sido capaces de afrontar un montón de experiencias que os dieron la oportunidad de crecer a nivel personal y espiritual. Por eso vuestro viaje en la dualidad ha sido tan importante.
Nuestro ejemplo debería servir para ilustrar cómo pueden vivirse las relaciones. Con respeto mutuo y admiración. En aquellos tiempos esto era poco habitual, ya que las mujeres no tenían la misma condición social que los hombres. Su labor era servir y no se les permitía expresar sus opiniones. Solo a las chicas jóvenes de buena familia se les enseñaba griego y a leer y escribir. También aprendían arte y técnicas de sanación.
Jesús y yo teníamos una relación igualitaria porque él sentía un gran respeto por todas las mujeres. También fue él el que me eligió como su sucesora oficial, pero, como ya sabéis, la historia tomó un rumbo diferente. Los poderosos de aquellos días se negaron a aceptarme como sucesora por el simple hecho de ser mujer.
Ahora, igual que entonces, hay pocas mujeres que desempeñen un papel central en la sociedad y sin embargo hay muchas que se dedican a servir. Renuncian para dejar paso a los hombres, para permitirles estar al mando. Por eso, muchas mujeres no viven plenamente su potencial y se sientes incapaces, estúpidas o poco importantes. Hay veces que también viven su sexualidad de forma equivocada, ya que piensan que es necesario adoptar un papel determinado para satisfacer a los hombres. También las hay que piensan que deben mantenerse firmes en un mundo masculino.
Mucha energía suave y femenina acompaña la transición hacia la Nueva Era. La siguiente frase describe muy bien este fenómeno: ‘El mundo se está volviendo femenino’. Pero no olvidéis que no se trata de pasar del patriarcado al matriarcado. Aquí y allá se observa a un número de mujeres cada vez mayor adoptando características masculinas para ser iguales que los hombres. La feminidad es una energía muy poderosa; podríais llamarla una ‘esencia divina’. Solo un equilibrio armonioso entre la masculinidad y la feminidad traerá la igualdad que deseamos.
En estos días estoy muy presente y me llena de felicidad acompañaros y apoyaros como hermana, amiga y consejera. ¡Estoy a vuestro lado!
¡Soy María Magdalena!’’