Cuando en 2012 en Roma Karen L. King presentó ante el público un pequeño fragmento de un antiguo texto de casi 2000 años en un papiro amarillento, este hecho causó un gran revuelo en todo el mundo. Era parte del Evangelio de María Magdalena, que ella ya había publicado en 2003. Esta parte especial de papiro contenía un pasaje del texto en el que a María Magdalena se la denomina ‘‘la esposa de Jesús’’. Rápidamente, las voces críticas consideraron este descubrimiento una falsificación.

En su libro ‘‘El Evangelio de María de Mágdala’’, la teóloga resumía todos sus años de investigación y traducción de un escrito copto que se elaboró durante el cristianismo primitivo. Los textos sugerían que María Magdalena fue una activa apóstol al lado de Jesús. Ella pudo incluso haber sido su discípula favorita. (Publicaré extractos en varios artículos de este blog).

Volviendo al descubrimiento del papiro que probaría la presunta relación estrecha entre Jesús y María Magdalena o incluso la posibilidad de que fueran esposos; como podrán imaginar, la autenticidad del descubrimiento fue cuestionada severamente por la Iglesia.

Karen L. King fue capaz de contradecir con buenos argumentos a los que apoyaban la teoría de la falsificación, ya que las pruebas del radiocarbono probaban que el papiro era un documento histórico. No obstante, lo científica no pudo resistir la presión de los poderosos líderes religiosos. En 2016 decidió rendirse y dejó de confirmar la autenticidad de los fragmentos.

Esto nos lleva a preguntarnos qué sabía y que quedó sin ser dicho para mantener su seguridad. La verdad de un nuevo saber no siempre es agradable para el descubridor, en especial si este involucra cuestionar 2000 años de antiguas tesis y doctrinas religiosas.

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