‘’Saludos. Soy María y es un gran placer dirigirme hoy a vosotros.

Cuando os observo, me doy cuenta de la poca ligereza que hay en vuestra vida. ¡Sí, os falta ligereza y alegría! El esfuerzo, el dolor, el sufrimiento y la desesperación influyen de manera decisiva en vosotros; son algo heredado de vuestros padres que traéis a esta vida.

¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde viene este legado? Si miráis atrás, os daréis cuenta de que la sociedad y la iglesia influían y controlaban a vuestros antepasados en un régimen basado en el miedo y la tiranía. Sus vidas dependían de ciertas leyes y prohibiciones supuestamente basadas en las enseñanzas de Jesús. Los gobernantes de aquellas épocas a menudo utilizaban su nombre y sus mensajes para mantener al pueblo en su lugar.

Esta estrategia de manipulación se basó en gran medida en hacer creer a la gente que se podía llegar al Cielo a través del dolor. Esto les llevo a soportar pobreza, opresión y explotación. Esperaban conseguir la vida eterna al ser liberados de sus pecados y errores.

En aquel entonces, en los siglos siguientes —e incluso en la actualidad— se honraba a través del sufrimiento. Esto no solo afectaba a cada individuo, sino que se establecía como información permanente en el campo energético de la humanidad. Por eso resulta tan difícil eliminar y transformar esta energía de nuestro campo.

Durante mucho tiempo el sufrimiento se consideró una forma esencial de limpiar karma. Incluso ahora, para algunos, el sufrimiento es la única forma posible de liberar y transformar karma. Las personas que piensan así llevan una vida muy inconsciente y no prestan atención a su personalidad, a sus procesos de aprendizaje y a los aspectos espirituales de la existencia.

La humanidad está viviendo un increíble proceso de transformación que presenta infinitas posibilidades más allá del sufrimiento para progresar en la rueda de las reencarnaciones y alcanzar la maestría. Cuanto más conscientemente viváis vuestra vida y más honestamente emprendáis vuestros procesos de aprendizaje, menos necesitaréis el sufrimiento y el dolor para avanzar.

¡No penséis en el sufrimiento como en un castigo! No sois víctimas desamparadas a merced de cualquier dios. Sois chispas de consciencia divina en un cuerpo humano. Sois perfectamente capaces de rectificar ciertas experiencias y aprender de ellas sin necesidad de castigos. No se trata de ser culpables y de recibir castigo, sino de ser responsables de vosotros mismos con todas las consecuencias.

‘¡Ya no es necesario sufrir!’ Este es mi mensaje para vosotros. ¡Estoy con vosotros en el amor!

Soy María.’’

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